16 de abril de 2012

mr Coolness y la mota rockera

Me encanta contar esta historia porque es muy cool (a falta de un buen adjetivo en castellano).

Era una noche perfecta para batirse en duelo. La luna en el cielo dibujaba una alegre sonrisa. A mr Coolness, la luna siempre le dibujaba una sonrisa. Las estrellas resplandecían y no había una sola nube. Mr Coolness estaba recorriendo la autopista a 100 kilómetros por hora, ni más ni menos, le encantaba ese número. Tenía sus futuristas audífonos plateados que resonaban en el vacío del desierto una canción de Daft Punk. Muy cool. Sus guantes de cuero azul y negro, sus botas de plataforma y su chaqueta dibujaban una silueta entre macabra y divina. Como si fuera poco con lo cool que era su atuendo, andaba montando una Harley inmensa cuyo ronroneo hacía alborotar a todas las gatitas 5 cuadras a la redonda. Sí, cool, así era todo lo de mr Coolness.

Se dirigía hacia un bar en medio de la autopista 66. Cuando llegó, apagó su motor y sacó de su morral un tarro de helado. nadie sabe por qué, pero ese helado nunca se le derrite. Sacó un diminuto cucurucho y le puso una bola igualmente pequeña. Caminó directo al bar comiéndose su helado con un paso tan cool que parecía en cámara lenta. Entró al sitio al tiempo que crujía la galleta entre sus dientes y eso hizo que todos voltearan a verlo. Sonrió dejando ver el brillo de una perfecta alineación de dientes. La música pareció detenerse. Al final del recinto estaba sentado, en un sofá rojo y pavoneando su increíblemente estructurado cuerpo capilar, la mota rockera. Lo rodeaban dos hermosas chicas en trajes apretados. Se rió entre dientes e hizo una señal de que lo esperaran. Se levantó y quedó enfrentando a mr Coolness.

Tres años atrás, mr Coolness se paseaba por las calles de la metrópolis frecuentando bares de música glam. Lo acompañaba una mota rockera muy cool, toda formada y brillante, como la de elvis, o a veces un poco más alocada como la de Alf, cambiante según el contexto para hacerlo ver tal y como debía verse.

En esa época, mr Coolness se encontró con una chica fenomenal llamada Jessica y empezaron a salir, hacían una pareja muy cool. A ella le encantaba la mota rockera, y siempre la acariciaba y ayudaba a peinar, a veces le daba una lavada. Llegó un punto en que la mota empezó a conseguir seguidores, amigos y amores. Estaba enamorado de Jéssica y debía hacerse a ella. Una noche y sin previo aviso, la mota rockera se separó de mr Coolness, salió y echó a correr.

Al día siguiente, mr Coolness se levantó y quedó anonadado al verse calvo en el espejo. Pero más perpleja quedó su novia, quien no lo reconocía sin su radiante cabello y salió corriendo para nunca volver. Mr Coolness, sin embargo, no dejó de ser cool, por el contrario, un día se encontró con un grupo de motociclistas, los Cabecipelados, se unió a la pandilla y se hizo famoso en bares de autopista. Al poco tiempo era una leyenda, corría los mejores motos, hacía las mejores piruetas y demás.

Para sorpresa suya, el pelo le volvió a crecer, sólo que esta vez crespo. Una especie de afro se le formó alrededor del cráneo. Ya no parecía un harlista, así que decidió despedirse de sus muchachos en una especie de ritual, y con lágrimas en los ojos se regresó a la metrópolis. En alguna ocasión, se metió en una disco de música indi electro pop y al poco tiempo se hizo a los audífonos de plata que ahora usa todo el tiempo. A demás, por supuesto, adoptó unas raras costumbres como la del helado miniatura o la de cargar un marcador rosado y escribir todo con él.

Y bien, muchos sabían y esperaban con ansias que este día llegara, era el gran duelo, y la noche era perfecta. La mota rockera veía a Coolness directo a los ojos, y él no se inmutaba, estaba sereno, manteniéndose cool, como siempre. Las reglas del duelo eran las mismas de épocas de antaño, mr Coolness escogió una moneda y la lanzó al aire, ambos esperaron calmados pero con sus corazones infartados. La gente del lugar estaba tras las mesas, esperando boquiabierta. La moneda giró y giró hasta que cayó al suelo y produjo un diminuto estruendo, esa era la señal. Mr Coolness desenfundó y la mota rockera también desenfundó, pero el disparo de nuestro protagonista salió primero, viajó rectilíneo hacia su contrincante y lo alcanzó justo en el centro del lado derecho, entonces explotó y una mancha de pintura se le formó en el cuerpo. Mr coolness fue más rápido en todo sentido y alcanzó a esquivar por poco el proyectil que hacia él se dirigía. La bolita de pintura comprimida quedó impresa en el muro de atrás.

En ese momento quedó claro, no había duda de que mr Coolness era el más cool de todos. La mota tuvo que retirarse herida y con una mancha que ni el mejor rinse removería. Jessica se fue nervioso como había hecho antes, pero luego volvería, sabía que todavía amaba a mr Coolness. ¿Quién no? ¿Cómo no amar a mr Coolness? después de todo, es tan cool.

7 de abril de 2012

haiku a la luna (II)

Tu luz secular
hace que enloquezca
por tu redondez