12 de agosto de 2012

El fortuito encuentro del mago y el guerrero

El frío era increíble, un aire ártico se paseaba de esquina a esquina del recinto, helando la piel de todos los ahí presente. El guerrero repartía miradas retadoras. A pesar de que su única vestimenta era un penacho enorme, un taparrabo y un pectoral de oro, no parecía ser afectado por la infrahumana temperatura. Su arma predilecta, una lanza tallada a mano de un fósil de dinosaurio, era lo único que tenía consigo.

En otro extremo del lugar había un anciano, un carácter ancestral que confiaba su visión a dos cristales y que no dejaba de verle. Cualquiera pensaría por la mirada fija de esos dos que un fatal enfrentamiento estaría por armarse. Pero, cuando su paciencia estuvo cerca del límite, la cajera intervino: "pase caballero". El anciano desprendió su interés del indio sobre la silla y arrimó el recibo con el cual le darían su pensión.

Nunca hubo tanta tensión en el Banco Central de la Nación. El guarda no tenía razón para echar al sujeto semidesnudo, y el miedo no lo dejaría de todas formas. Las personas que inocentemente venían a hacer una diligencia se encontraban llenos de miedo por el inusual personaje. Una niña se acercó a tocarlo, pero su madre la retuvo y la escondió a su lado. Y él, sólo necesitaba cinco turnos más para que lo atendieran y poderse ir de una vez por todas.

Hubo un ligero silencio por un tiempo, hasta que se vio interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose. En ese momento, un sujeto de túnica blanca, con un enorme báculo de ciprés y una barba que le llegaba al ombligo entró. Era inmenso, no físicamente, sino en su energía. Efectivamente, era un mago. Tomó su turno y se sentó.

¡AAAAAHHHH! gritó una mujer de esas supersticiosas que hacía rato recitaba el padre nuestro, y salió corriendo a toda marcha.

--No sé de dónde vienes, pero claramente eres un brujo de tiempo atrás-- dijo el lancero tribal.

--Que buen ojo que tienes, guerrero... ¿Uyucasi? saludo a tus ancestros y a tu espíritu-- respondió el otro.

--Saludo a tu espíritu, ux chiklun, cah-sa kasatan' yakunit--

--Te preguntarás, amigo guerrero, qué hago en un lugar como este, pues bien, verás, mi concilio maneja sus fondos a través de este banco y yo, como tesorero oficial, vengo a hacerme cargo de ellos.

--Grande es tu nobleza... Pero pensé que un gran mago como tú escogería un mejor lugar para ello... la espera es una prueba de juicio... como acechar en el monte para cazar un kut'milin...

--Una prueba de juicio... Ja, ja, ja lo has dicho tal y como es, amigo guerrero-- dijo el mago mientras se rascaba la barba y le dio una palmada en la espalda -- Pareciere que estuvieras cuestionando mi poder. Verás, yo, Ix, como me nombraron los maestros, tengo control sobre mi propia mente, y conozco la profundidad de su potencial. Y mi espíritu es noble y justo, nunca por fuera del orden del cosmos. Por eso, se me ha otorgado el poder de inducir sobre la materia los más deslumbrantes efectos, puedo, con sólo el agitar de mi callado generar destrucción o luz en este lugar, y perfectamente podría detener el tiempo o acelerarlo, o irme con mi misión cumplida sin que siquiera lo notases. Pero dirás, oh noble caminante, que soy sólo un arrogante, un vivo o un ladrón. ¡No! es simple el orden del universo como también lo es el de las fichas y los turnos, y por eso, más que gustoso me siento aquí a esperar la concreción, en números rojos del...61--

--estás loco--

Los dos rieron  y siguieron conversando cual amigos de toda la vida. La gente en el banco llegó a acostumbrarse al extraño diálogo. Incluso disfrutaban de las anécdotas del mago y de cómo el guerrero se burlaba en medio de ironía y perspicacia.

Ya nada de raro tenía que un mago y un guerrero indio estuvieran sentados esperando su turno en el banco. Era un detalle curioso pero familiar y el ambiente tenso había dado paso a un sano cuchicheo.

Repentinamente, llegó el turno 53 y el guerrero se puso de pie. Se acercó a la cajera pero no llegó al cubículo, sino que se dio la vuelta rápidamente y arrojó su lanza de calcio petrificado contra el guarda, clavándole el pecho y causando un grito de horror en todos los presentes.

"¡SILENCIO!" gritó el mago y levantando su báculo le cerró la boca a todos "¡quietos!, esto es un robo. Si alguien se mueve les volaré los sesos a todos y cada uno de ustedes". El guerrero salió del edificio y encendió el Cadilac amarillo parqueado en frente. Entonces, el mago hizo otro conjuro y la bóveda se abrió, en un malabar de danza exótica, los fajos de billete salieron por los aires y se apretujaron bajo su túnica. El guerrero volvió a entrar, extrajo su lanza del vigilante y esperó a su compañero. Cuando el dinero dejó de salir, el mago lanzó un rayo que eliminaría los recuerdos de todos los presentes, y desmagnetizaría las cintas de vigilancia. Se fueron. Desde la calle, el mago susurró algo, dio unos golpes al suelo y se oyó en el interior un grito colectivo.

Fue un grito inconsciente de terror, nadie recordaba los últimos minutos, ni por qué gritaron, ni cómo el guarda terminó apuñalado en el suelo. Y quizás, por su propia salud mental, es mejor que nunca lo recuerden.

8 de julio de 2012

LAS DELICIAS DEL SEÑOR PRETEL el cómic



Quizás haya un par de personas que se pregunten el porqué de mi inactividad (mis padres) Y no es una sorpresa, pues la academia me ha puesto una cierta presión o por lo menos a mi lado creativo, lo que ha hecho que no tenga cómo escribir algo nuevo. Sin embargo, llego con este trabajo que realicé en el contexto de una materia (de ahí el rótulo) y que si son pilosos podrán asociar con su contraparte verbal.

El cómic está hecho en pincel digital, en una mezcla entre SAI paint tool y adobe illustrator, pero en su totalidad dibujado por mí. Espero les guste, lo pueden encontrar en el link de abajo.


Las delicias del señor pretel [el link]

3 de julio de 2012

haiku a la luna llena en ausencia de seres fantásticos

Los unicornios
si entienden la falta
que me haces tú

22 de mayo de 2012

Poema al verdadero amor

No te amo por la perfección curvilínea de tu cuerpo
No te amo por el exquisito color de tu piel
No te amo por tu tersa pero fuerte composición
Te amo por esas bombitas que se te forman en el trasero
Por la forma como escurre recorriendo tu cuerpo ese tono ocre de tu piel
Te amo porque al apretarte la redondez siento que te desbaratas
Porque como tú no hay otra papa rellena

21 de mayo de 2012

Cuento en 10 segundos

Se miraron. Se besaron. Él le quitó la blusa. Ella le quitó el pantalón. Y ya habían hecho el amor

16 de abril de 2012

mr Coolness y la mota rockera

Me encanta contar esta historia porque es muy cool (a falta de un buen adjetivo en castellano).

Era una noche perfecta para batirse en duelo. La luna en el cielo dibujaba una alegre sonrisa. A mr Coolness, la luna siempre le dibujaba una sonrisa. Las estrellas resplandecían y no había una sola nube. Mr Coolness estaba recorriendo la autopista a 100 kilómetros por hora, ni más ni menos, le encantaba ese número. Tenía sus futuristas audífonos plateados que resonaban en el vacío del desierto una canción de Daft Punk. Muy cool. Sus guantes de cuero azul y negro, sus botas de plataforma y su chaqueta dibujaban una silueta entre macabra y divina. Como si fuera poco con lo cool que era su atuendo, andaba montando una Harley inmensa cuyo ronroneo hacía alborotar a todas las gatitas 5 cuadras a la redonda. Sí, cool, así era todo lo de mr Coolness.

Se dirigía hacia un bar en medio de la autopista 66. Cuando llegó, apagó su motor y sacó de su morral un tarro de helado. nadie sabe por qué, pero ese helado nunca se le derrite. Sacó un diminuto cucurucho y le puso una bola igualmente pequeña. Caminó directo al bar comiéndose su helado con un paso tan cool que parecía en cámara lenta. Entró al sitio al tiempo que crujía la galleta entre sus dientes y eso hizo que todos voltearan a verlo. Sonrió dejando ver el brillo de una perfecta alineación de dientes. La música pareció detenerse. Al final del recinto estaba sentado, en un sofá rojo y pavoneando su increíblemente estructurado cuerpo capilar, la mota rockera. Lo rodeaban dos hermosas chicas en trajes apretados. Se rió entre dientes e hizo una señal de que lo esperaran. Se levantó y quedó enfrentando a mr Coolness.

Tres años atrás, mr Coolness se paseaba por las calles de la metrópolis frecuentando bares de música glam. Lo acompañaba una mota rockera muy cool, toda formada y brillante, como la de elvis, o a veces un poco más alocada como la de Alf, cambiante según el contexto para hacerlo ver tal y como debía verse.

En esa época, mr Coolness se encontró con una chica fenomenal llamada Jessica y empezaron a salir, hacían una pareja muy cool. A ella le encantaba la mota rockera, y siempre la acariciaba y ayudaba a peinar, a veces le daba una lavada. Llegó un punto en que la mota empezó a conseguir seguidores, amigos y amores. Estaba enamorado de Jéssica y debía hacerse a ella. Una noche y sin previo aviso, la mota rockera se separó de mr Coolness, salió y echó a correr.

Al día siguiente, mr Coolness se levantó y quedó anonadado al verse calvo en el espejo. Pero más perpleja quedó su novia, quien no lo reconocía sin su radiante cabello y salió corriendo para nunca volver. Mr Coolness, sin embargo, no dejó de ser cool, por el contrario, un día se encontró con un grupo de motociclistas, los Cabecipelados, se unió a la pandilla y se hizo famoso en bares de autopista. Al poco tiempo era una leyenda, corría los mejores motos, hacía las mejores piruetas y demás.

Para sorpresa suya, el pelo le volvió a crecer, sólo que esta vez crespo. Una especie de afro se le formó alrededor del cráneo. Ya no parecía un harlista, así que decidió despedirse de sus muchachos en una especie de ritual, y con lágrimas en los ojos se regresó a la metrópolis. En alguna ocasión, se metió en una disco de música indi electro pop y al poco tiempo se hizo a los audífonos de plata que ahora usa todo el tiempo. A demás, por supuesto, adoptó unas raras costumbres como la del helado miniatura o la de cargar un marcador rosado y escribir todo con él.

Y bien, muchos sabían y esperaban con ansias que este día llegara, era el gran duelo, y la noche era perfecta. La mota rockera veía a Coolness directo a los ojos, y él no se inmutaba, estaba sereno, manteniéndose cool, como siempre. Las reglas del duelo eran las mismas de épocas de antaño, mr Coolness escogió una moneda y la lanzó al aire, ambos esperaron calmados pero con sus corazones infartados. La gente del lugar estaba tras las mesas, esperando boquiabierta. La moneda giró y giró hasta que cayó al suelo y produjo un diminuto estruendo, esa era la señal. Mr Coolness desenfundó y la mota rockera también desenfundó, pero el disparo de nuestro protagonista salió primero, viajó rectilíneo hacia su contrincante y lo alcanzó justo en el centro del lado derecho, entonces explotó y una mancha de pintura se le formó en el cuerpo. Mr coolness fue más rápido en todo sentido y alcanzó a esquivar por poco el proyectil que hacia él se dirigía. La bolita de pintura comprimida quedó impresa en el muro de atrás.

En ese momento quedó claro, no había duda de que mr Coolness era el más cool de todos. La mota tuvo que retirarse herida y con una mancha que ni el mejor rinse removería. Jessica se fue nervioso como había hecho antes, pero luego volvería, sabía que todavía amaba a mr Coolness. ¿Quién no? ¿Cómo no amar a mr Coolness? después de todo, es tan cool.

7 de abril de 2012

haiku a la luna (II)

Tu luz secular
hace que enloquezca
por tu redondez

27 de marzo de 2012

No existe arriba ni abajo


-Muy bien, señor….

-Celeste

-Bien, señor Celeste, me estaba diciendo que está enamorado, ¿cierto? 

- Si, si

-¿Y entonces qué es lo que le preocupa?, según me dijo, el amor le es correspondido.

- Si, doctor, pero no se qué hacer, siento que hay algo malo en esa relación, como que es algo sucio, retorcido, no sé, me desagrada un poco.

- Pues, yo creo que lo que le preocupa es alguna cualidad de dicha mujer.

-Puede ser eso doctor, pero… no se trata de una mujer.

-Ah, ¿no?

-Pues, sí, lo que pasa es que no es precisamente lo que usted llamaría…. “normal”

-¿Qué tiene de particular esta persona?

En este punto, el entrevistador  ya creía que estaba hablando con un loco, un desquiciado, y estaba un poco asustado, creyó que estaba en peligro, y la única forma de salvar su vida era seguirle el juego y simular que no eran dibujitos lo que hacía en su libreta de apuntes.

-Pues ella es maravillosa, ¿le conté que me salvó la vida?

-No, no hemos llegado a eso.

-Pues sí, doctor, así fue como la conocí. Iba yo un día caminando por la calle, y no me había fijado en el semáforo, así que fui a cruzar, y justo antes de que yo pusiera un pie en la calle, ella cayó sobre mí.

-¿cayó sobre usted?

- sí, pues resulta que se le partió la pata, y un leve viento logró tumbarla, con esto cayó sobre mi pantorrilla, no le mentiré, me partí la pierna, pero yo se que fue un accidente, y más importante todavía, a penas caí herido, vi como un camión pasaba frente a mis narices, ¿puede creerlo? Estuve a un pelo de morir.

-Ya veo, pero todavía no me ha dicho que tiene de particular esta persona, pues lo que usted me describe fue claramente un accidente, eso no la hace diferente de otros.

-Déjeme continuar, bueno, como pude me acomodé, y traté de ver como estaba ella, para darme cuenta de que se trataba de una publicidad de Gillette.

-Perdón, no le entendí esa última parte- levantó la cabeza, desdobló la pierna derecha, la puso en el suelo, y montó sobre ella la pierna izquierda.

-“Gillette”, dije. Es un anuncio donde sale una manzana flotando en el espacio.

-Entonces, ¿me dice que usted se enamoró de un anuncio de cuchillas de afeitar?

-Pues, ya lo sabe usted, doctor, esta no es mi primera sesión, y recuerde que estaba muy jodido hace poco.
¿Recuerda lo que me sucedió en el crucero?

-Si, por supuesto, aquí tengo las notas- sobra decir que estaba mintiendo –según me dijo, usted sufre de vértigo.

-Sufría. Y no cualquier tipo de vértigo, una fobia terrible  a las alturas, a los zumbidos, al mar, temía incluso caerme del segundo piso en los centros comerciales.

-Ya veo

-¿Sabe que es lo curioso doctor?, que ella tenía las palabras más consoladoras, imagínese “no existe arriba ni abajo”

-¿Eso decía en el cartel?

-Sí, y eso fue lo que me llevó a enamorarme de ella, no sólo eso, ella cambió mi vida, como le digo, me ayudó a superar mi vértigo.

-Bueno, señor Celeste, hoy hemos hecho un gran avance, al parecer ha superado su temor a las alturas, originado en su relación con su madre, y eso es sin duda, un punto a favor del tratamiento. Creo que ahora lo mejor es enfocarnos en su relación con esta…persona.

-Pues doctor, no creo que tenga que preocuparse, pues mi amor por ella ha decrecido.

-¿Y por qué?

-Al principio creí que ella me complementaba, pero cuando empezamos la relación, todo se fue complicando, lo que tiene de particular ella, y lo que me tiene un tanto disgustado es que aunque me ha dicho que me ama, actúa como si yo fuera su hermano, o un simple desconocido. Para empezar, siempre soy yo el que debe visitarla, al basurero y las conversaciones no son tan grandiosas como yo esperaba, no ayuda con las cuentas, no me devuelve los mimos que le hago, nada. No me malinterprete doctor, yo no soy como aquellos hombres que se fijan en esas pequeñeces, yo creo en el amor, y creo que es algo más profundo que eso, y sé que estamos enamorado, pero…

-No siga, para empezar, creo que no debemos seguir prolongando esto, por su propio bien, a demás, ya se le está acabando su hora. Si me permite, señor Celeste, le diré unas palabras:
Para empezar, yo creo que debería tenerse un poco de respeto, ¿Qué no lo ve? No hay que ser un genio para saber que usted está enamorado, ¿Y de qué? De un letrero. Como yo lo veo, eso es el amor verdadero, sin embargo, usted viene aquí y se queja de ella, pero ¿sabe por qué?  Porque en realidad usted es como todos ellos, como los que tanto critica, ut se rinde al primer intento, déjese de tonterías y vaya allá a donde ella, demuéstrele su afecto, y si en verdad cree en el amor como alega, verá que todo saldrá bien.
Por otro lado, quiero decirle que usted está perdiendo el tiempo aquí, en terapia psicológica, usted está equivocado si cree que tiene problemas, ¿que no se da cuenta que usted está viviendo una fantasía? Y eso es lo que le falta a la mayoría de las personas, pareciere que usted quiere perder lo que lo hace único y superior a todos los hombres. La vida es una fantasía, vívala como tal, como a usted le gusta, y si no, míreme a mí, que soy un arquitecto.

25 de marzo de 2012

El idiota

¿ Me amas ? Dime que sí
Y si no me amas, miénteme y dime que sí
Yo seguiré siendo un idiota
Y tú seguirás teniendo la culpa

17 de marzo de 2012

Profundo diálogo de un irremediable dúo de enamorados

ELLA: ¡Amor!... ¿Qué es la locura ?
Él: Pues, Albert Einstein decía que la locura es hacer algo una y otra vez y esperar resultados distintos
ELLA: ¡Amor!...¡Qué es la locura?
ÉL: Tostadas amor, tostadas

5 de marzo de 2012

3 HISTORIAS DE AMOR COMERCIAL

Para todos los románticos y antirománticos, los perros, o forever alones, monógamos, polígamos, polihedros. Para los que están muy desocupados o los que no dan abasto. Para los que les gusta leer o no. Para los que les caigo bien, o al trasero. Para todos ustedes y más, se le tiene. Ya está a la venta. El primero de muchos, desde los confines de la mente de este hombre innecesario llega: 3 HISTORIAS DE AMOR COMERCIAL. Un libro escrito con amor por el dinero y sin embargo, con un precio de huevo.

Por tan sólo 1.500 pueden llevarse su copia y quemarla, o leerla, me da igual. Sea cual sea el caso, hará que yo me haga más rico un pasaje de MIO a la vez.

Portada del libro

8 de febrero de 2012

Moon sickness

Pocos sabemos lo que es sentirse desnudado por su omnisciente respirar.
Esa sensación amorfa, placentera, astral, de tener el viento frío al rededor.
Esa mirada constante del único ojo, ojo flotante.

Y aún somos menos los que nos hemos expuesto demasiado a él.
Pero no es complicado, por que unos segundos de una mirada bien profunda,
logran que ella te llegue hasta los huesos.

Y su luz reflejada, filtrada, limpia, pura te invade la carne, te recorre las venas,
Y se aloja en tus sienes, llena tu cabeza de su hechizo blanquecino.

Hermosa es, sí, como ella sola, y como sus esbirros en este mundo estamos obligados a mirarla.
Pero no te dejes engañar por su armoniosa figura.
Tan perfecta es su luminiscencia que está maldita.

Cinco minutos y desvanecerá tu carne, serás como ella,
una masa redonda, un círculo flotante, ¿un cuerpo? NO! un ente.
Un ente como yo, que maldito fui por su belleza, la belleza prohibida.

He mordido la manzana de adán, No se necesita serpiente, pues descubres
Que tu eres la víbora rastrera, que tu piel es escamada y reptílica
Que tus ojos son primitivos y tu lengua bífida.

No me malinterpretes, sí es hermosa, pero es un peligro mortal.
No digo que haya que evitarla, sólo digo que si quieres verla, debes estar preparado
para fundir tu mirada con la suya y exponer tu realidad.

Verte en ella, Verla en ti, es saberte despellejado por la fuerza de los dioses.
Te  muestra lo que realmente eres, y si como yo, eres un gusano, probablemente regurgites poesía.
O sí al contrario eres suficientemente justo, Pues sonríe y disfruta, hasta que ella te convierta en uno de nosotros.

21 de enero de 2012

Adnerb la bruja de las miradas


El valiente guerrero iba montando su caballo blanco, relámpago. Se trataba de una enorme bestia, con una cabellera extremadamente larga y sedosa, digna de los dioses, un cuerpo prominente, con sus músculos marcados, dientes intensamente blancos y una mirada que imprimía temor a cualquiera que se atravesara en su camino. Del caballo no hay mucho que decir.

Tenía algo de prisa, pues esperaba regresar a casa pronto para casarse con la hermosa Catalina, quien le había prometido su mano a cambio únicamente de completar esta misión. Cada que recordaba ello se reía entre dientes, "ella piensa que no lo lograré...vaya sorpresa se llevará cuando regrese y tenga que casarse conmigo". Casualmente relámpago volteaba la mirada y reían juntos.

Ya estaba anocheciendo cuando llegaron a la cueva de la bruja. Se bajó de su montura y echó un vistazo a lo que tenía en frente,  no vio nada. Enceguecido por la sombra de las estalactitas, alargó su mano contra un muro y tanteo hasta encontrar el interruptor, lo presionó y una cadena de bombillos en el techo se iluminó uno a uno. "¡¿Quién anda ahí?!" reaccionó rápidamente una voz chillona en el interior, y el héroe sintió un escalofrío que le recorría la columna "¡Vengo a derrotarte, maldita bruja!" se escuchó al final de un diminuto pasillo, "soy yo, Sarget el de ojos claros" al ver que una figura humana ingresaba a la cueva cerca suyo, el héroe se ocultó y a la menor oportunidad le cortó el cuello; lo último que necesitaba era competencia.

Caminó unos cuantos pasos hasta que pudo ver a la criatura, Adnerb la bruja de las miradas. Las historias que los pueblerinos contaban no daban crédito a su apariencia, según los de la villa, se trataba de una anciana con la piel cubierta en moho, una nariz quebrantada por el paso de las edades y una cara arrugada y carcomida por tanto trato con el demonio. Lo que no mencionaba ninguna leyenda es que la bruja usaba trajes extremadamente peculiares, una falda corta y una blusa escotada que revelaba más información de la deseada. No se sabía si  sus piernas estaban envueltas en telarañas o se trataba de un alfombrado de bellos paliduchos lo que le subía por la pierna. Y sus senos, que colgaban desganados, parecían reposando una merienda encima de los pliegues grasos de su estriado estómago.

Fea podía ser, pero bruja después de todo, y el héroe, no más posó su mirada en sus profundos ojos cual agujeros negros, quedó hipnotizado. "Al carajo la hermosa Catalina" pensó mientras se le acercaba. Ella sólo sonreía. Desafortunadamente para ambos, justo cuando ella tenía un pícaro gesto de satisfacción al sentirse en control del sujeto, éste pisó erráticamente un charco de algo baboso y se cayó de bruces al suelo.

II.

Y heme aquí, Kronnos, le dicen en mi región, quizás por la cantidad de cuernos en su cráneo. Es el dragón más temido hasta ahora, y yo, que ni siquiera soy un verdadero vikingo tengo que matarlo. Su mirada es tan intensa, siento como si me quemara. Viene hacia mí a toda prisa. Estoy sudando, lo admito, pero no de miedo sino por el calor que circunda a este monstruo. Quisiera que se me ocurriera algo, pero no, y todo sucede en cámara lenta. Arriba, la luna, me presenta la totalidad de su rostro, que hermosa es, no puedo evitarlo, se me escapa una lágrima.

Hay sólo una cosa de todo esto que me molesta, y no es el dragón gigante a punto de devorarme, ni la sensación de que todo transcurre con infinita paciencia. Es que yo en realidad no soy un vikingo, y no tengo la más mínima idea de por qué estoy haciendo esto. Es más, no recuerdo cómo llegue aquí, esta no es mi ropa, ni mi espada. ¿Dónde está relámpago? Yo no pertenezco a esta escena, este no es mi cuadro, no es mi papel, yo... yo estaba en otro lado...!SÍ! con la bruja.

III
Carlos el Grande, hijo de Azroth el mediano y nieto de Belgrum el pequeño,  se encontraba maniatado a una silla de madera antigua, había perdido la conciencia, pero abrió los ojos justo a tiempo de darse cuenta que Adnerb, la bruja, preparaba alguna clase de pócima. La contusión había desvanecido el efecto del enamoramiento.  Miró en todas direcciones e identificó cientos de afiches de celebridades asiáticas pegados a los muros de la guarida, y en un rinconcito su espada de plata, Lucy, la heroína. No había plan, estaba maniatado y sin escapatoria, debía ser ingenioso.

-- Así que... brujita-chan...--dijo anticipando que fuera una fan de la cultura japonesa

--¡NO!-- el aire se heló

--perdón, bujita-sama....--

--mucho mejor--

--veo que te gusta el k-pop, pero no creo que alguien de tu sapiencia y evidente bagaje cultural  disfrute ese tipo de música--

--Eres bueno para adular, pero no muy bueno con las deducciones, mejor cállate, ¿sí?--

--Me despertaste gran curiosidad, al menos, si vas a acabar con mi vida puedes responderme esa única
inquietud--

--Vaya si eres intenso... verás, las personas de oriente son las únicas que... cómo decirlo... eluden mi poder, sus ojos parcialmente cerrados son para mí un gran enigma, por eso he experimentado con imágenes de ellos, y antes de que llegaras sin aviso, a molestarme a tan altas horas de la noche, estaba en uno de sus foros, estudiándolos...--

Era claro pues, el objetivo de la bruja, así que el héroe aprovechó a hacer su movida.

--Yo conozco algunos japoneses, y... si no me matas, puedo llevarte hasta donde ellos--

Quizás el truco más antiguo del libro, pero Adnerb quiso oír un poco más

--¿Sabes qué, pequeño infante?-- le dijo burlonamente, pues le triplicaba la edad -- estás en mi territorio, y no eres más que un bicho insignificante, así que te daré una oportunidad. Muéstrame que eres de valor--

Entonces, se paró detrás de él y le soltó las amarras. Carlos el grande, entonces, se levantó lentamente, estiró la mano hasta su bolsillo trasero  y alcanzó un tesoro que tenía oculto hace rato, los lentes redondos de Nonnel, un aparato ocular que lo protegía de cualquier peligro y lo hacía ver mucho más atractivo. La bruja, a duras penas alcanzó a verlo mientras se las ponía. Él arrancó a correr hacia su espada, y ella, que era un poco torpe en sus movimientos se tropezó, pero le siguió el paso. Él agarro su espada y trató de abalanzarla sobre ella, pero la tenía muy cerca, y antes de completar el giro, los lentes se le aflojaron un poco y lateralmente cruzó miradas con la bruja. sólo fue un instante, pero el filo alcanzó a volar y degollarla. Ella sólo emitió un último grito de desprecio antes de que ambos cayeran al suelo.

IV epílogo

Carlos el grande pudo recobrar el conocimiento al cabo de unos minutos, estaba montado en su caballo, colgando de éste que ferozmente lo llevaba a la ciudad. Tenía una terrible jaqueca y no podía recordar nada más que la mirada repleta de odio a la que tuvo que enfrentar. Veía las estrellas encima suyo y una hermosa luna llena, pero se movían como danzando, como burlándose de él. Quizás, había enloquecido, o quizás sólo estaba muy enfermo, pero algo es seguro, no era él mismo.






1.Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
2.Por enésima vez, gracias a mi perpetua fuente de inspiración

18 de enero de 2012

Rojos Felinos

MAO! MAO! MAO!... Cantaba disimuladamente el gatito comunista

11 de enero de 2012

A la cárcel en 3 tiempos

1. La cárcel.

Un día común y corriente. Quizás un poco más que corriente, parecía como si Disney lo hubiera orquestado. Jaime Benavides estaba reposando debajo de un árbol, hacía rato soñaba con eso, tenía detrás una gran pradera con montañas al fondo y entre ellas un sol enrojecido llenaba la escena con visos románticos, los pájaros cantaban casi que al ritmo de las 4 estaciones de Vivaldi y las flores que estaban en total apogeo danzaban como siguiéndoles el ritmo, empujadas por el fresco viento.

Todos los planes del hombre se habían arruinado, salvo ese último que salió bien, es por eso que no estaba en un bar, o con una hermosa chica, sino que estaba ahí, entumecido bajo ese estúpido árbol de mango, sin nada mejor que hacer. Se miró las manos y las tenía sucias, a pesar de las duchas diarias, estaban llenas de callos y cicatrices, y de todo en ese momento era lo más bello. Una lágrima escurrió de sus ojos.

Algo en lo profundo de su alma le decía que tenía que regresar, pero quiso asegurarse de no cometer alguna tontería, así que repitió lo que había hecho ese mismo día en la madrugada (esperando resultados distintos). Fue a casa de su amada Laura. Cuando llegó, encontró todo como lo había dejado, desordenado, la casa estaba llena de telarañas, polvo. Él sólo emitió un suspiro y siguió su camino.

Afuera en las calles, a primera vista, todo se veía solitario, vacío, como si el pueblo entero hubiera sido abandonado, pero luego entendió que sí había gente, sólo que estaban evadiendo mirarlo, como si no existiera. Es más, comprendió que no sentía la ciudad hecha un fantasma, sino que se sentía él un fantasma. Era de esperarse, ese mundo no lo quería.

Llegó a un bar al final de la calle y se sentó, ordenó una cerveza. En ese momento se decidió, tenía que regresar, pero esta vez para quedarse. Tomó la botella que tenía en frente y  se la bebió de un trago, la golpeó contra la barra y rápidamente le clavó el vidrio roto al tendero en la nuca, éste empezó a chorrear sangre, y la gente salió corriendo desesperada y gritando. La policía reaccionó al disturbio y entró en acción, dos uniformados entraron apuntando su arma y detuvieron al maniático de Jaime Benavides, lo esposaron y lo tomaron bajo custodia. "Que estúpido", pensaron, "ni 24 horas de escapado, y ya se está dejando capturar tan fácil". Él por su parte, tenía una gran sonrisa en su rostro mientras se lo llevaban.

2. La inspiración.

Los que conocieran la motivación de Jaime Benavides dirían que estaba loco o muy estúpido, pero afortunadamente sus planes eran suyos únicamente y nadie estaba enterado.

Era su primer día en la cárcel, a pesar de que su crimen era grave, logró convencer al juez de que no era un persona violenta  ni fuerte, por lo cual lo encerraron en un patio con delincuentes menores donde no corría mayor peligro.

Su compañero de celda se llamaba Ramiro, era un sujeto delgado con barba larga. Para estar encerrado por venta de heroína era una muy buena persona. Lo primero que le preguntó fue el porqué se ingresó. Jaime le contó lo del incidente, le pareció graciosísimo, así que lo acogió como un hermano.

Una tarde, estaban en el comedor, habían pasado unos 15 días y Jaime no había interactuado con nadie más que su compañero, excepto claro por alguna barbaridad que le gritaban y que él ignoraba. Alguien que estaba muy lejos lo reconoció. "Ey tú, el silencioso, ¿no eres Benavides, el cuentero?". Él se llenó de pánico, como si fuera una amenaza de muerte. El sujeto se le acercó, tomó un asiento cerca suyo y gritó: "Oigan todos, yo conozco a este sujeto, el silencioso es un gran escritor, he leído todos su cuento, es genial". Jaime se sonrojó. "Dale, cuéntanos algo". En un segundo, el escritor se vio rodeado de oídos expectantes y no tuvo más remedio que recitar una historia que había escrito hace tiempo. Los presos se mantuvieron callados, escuchando letra por letra y palabra por palabra la narración. Algunos soltaron una lágrima, otros sonreían o fruncían el seño. Y Jaime descubrió en ellos una profunda humanidad.

Así se la pasó en adelante, diariamente recitando un cuento viejo o inédito, a veces improvisándolos, pero ya tenía su puesto fijo en todos los almuerzos, se había llenado de fama y era muy popular. Nunca había tenido tan buena acogida "debe ser porque no saben nada de literatura" pensó alguna vez, pero no se dejó desanimar, por el contrario estaba feliz.

Laura apareció un día en el horario de visitas, estaba llorando: "No puedo más Jaime...tienes que salir a como dé lugar...no sé qué hacer conmigo si tú me faltas". Él trató de contarle de cómo la estaba pasando, pero ella simplemente lo ignoró y siguió con sus lamentos. Le dejó una pluma nueva y se marchó lo más rápido que pudo, el escritor quedó desconcertado, y ahora, con un gran dilema entre manos.

Un día común y corriente en la prisión. Quizás un poco más que corriente, parecía como si Hitchcock lo hubiera orquestado. Jaime Benavides estaba reposando en su cama de abajo del camarote, esa noche soñó con acostarse bajo un árbol de mango. Tenía de fondo la sala común, un gris cuarto con mesas metálicas y los guardas enrojecidos con su fusiles bélicos. Los presos cantaban todos al ritmo de Mötorhead  mientras hacían bailar los trapeadores y las barajas de póker, un vapor húmedo y tibio recorría el lugar.

No tuvo que pensarlo dos veces, lo primero que hizo a su ingreso fue analizar la prisión de pies a cabeza, así que tenía en unos papelitos el mapa del sitio y sabía exactamente su punto débil. Era tan calmado todo en ese patio que la seguridad era mínima, escaparse sería muy fácil, se levantó y le comentó a Ramiro su decisión, "puedes irte pero yo me quedo, deja tus escritos, nos entretendrán un tiempo" fue su respuesta.

A la hora de dormir puso un trocito metálico que había arrancado de una bandeja en la cerradura, de tal forma que esta no pudo cerrar del todo, pero sí se ajustó así que el guarda no notó la diferencia. A eso de las 2 de la mañana se levantó y empujó un poco la puerta para salir, retiró la obstrucción metálica y cerró la puerta, entonces fue al patio, una cerca enorme rodeaba todo el edificio, pero había un espacio diminuto entre ésta y el muro norte, se arrastró por ahí donde nadie lo vería y empezó a excavar. A las 5 de la mañana ya tenía una zanja perfecta por donde deslizar su cuerpo, se empujó aguantando la respiración y logro salir. Corrió como nunca.

3. El escape

Jaime Benavides era un tipo normal, apartando su ligera neurosis, era bastante ordinario, un escritor de segunda. Había publicado alguno que otro cuento en los periódicos, tenía un libro editado a medias, pero nada más. Y para empeorar su situación, estaba en medio de un estancamiento creativo.

Su novia, Laura, una belleza parisina de risos rosados que siendo una groupie de su libro logró cautivar su corazón, se había mudado con él, y se había convertido en su principal soporte. Era la que conseguía el dinero y hacía la comida mientras Jaime permanecía horas frente al PC o la chimenea, o a veces se desaparecía "cazando ideas". A ella no le molestaba pues le encantaba lo que él escribía, y sentarse a su lado a escuchar las narraciones fantásticas que él improvisaba con tanta facilidad.

¡Pero todo es pura mierda! le gritó Jaime una vez. Fue la primera y última vez que la trató mal, y no iba intencionado a herirla, era sólo un grito de desesperación, porque Jaime sabía que a sus historias les faltaba jugo, que lo que funcionaba en su mente lo hacía sólo allí, para los exteriores no significaba nada, carecía del factor humano.

Se sentó a meditar por horas y horas, buscando el lugar de tantos en el que podría tener un mayor contacto con otros hombres, saber lo que sentían, cómo vivían, y así poder nutrir su obras. Concluyó que la cárcel sería el lugar perfecto, podría hacerse ingresar con un delito menor, como un atraco, nada complicado. Esa noche le contó su decisión a Laura, y ella se emocionó en vez de disgustarse, "Oh, me imagino qué podrás escribir después de eso", dijo. Esa noche hicieron el amor como nunca, como si a ella le encantara la idea de andar con un convicto.

Al día siguiente, Jaime salió bien temprano e hizo su hazaña, en plena luz del día caminó por las calles con un cuchillo en el bolsillo. A unas cuadras de camino se le cruzó una viejecita. "Ahora es cuando". Sacó el filo y le pidió a la señora el bolso. Un policía desde la distancia lo vio y trató de detenerlo. Todo sucedió según el plan ¿Cuánto le podrían dar? 2 meses, tiempo más que suficiente para escribir algo bueno.

Había algo con lo que él no contaba, algo digno de sus fantásticas narraciones. La señora Leonor estaba al borde de los 100 años, y ella, de todos los actores en la escena, era la única que no estaba preparada para el acto. Su corazón se detuvo sin previo aviso y calló desmoronada al piso, una muerte casi instantánea.

Cuando Jaime cayó en cuenta, nada pudo hacer, estaba entre los brazos del oficial. "Homicidio premeditado en primer grado" enunció el juez y el escritor se vio con 10 años por delante para escribir entre rejas.