4 de mayo de 2014

Memorias de un hombre innecesario

Se despertó a la hora de siempre, sólo que esta vez la alarma no había sonado. Le pareció un poco raro, pero igual se metió a la ducha. La cama estaba tendida, la almohada en su lugar, las cortinas abiertas y el cuarto y la casa completamente limpias. Terminó de arreglarse y bajó a la cocina. Su novia, con quien vivía hace ya rato, estaba ahí. Le había preparado un desayuno con tostadas francesas y chocolate. "Gracias amor" le dijo y se sentó a comer. Sentía que su novia estaba un poco rara, como si algo perturbara su mente, como si algo intrincado se estuviera tejiendo en su cabeza.

"¿Te sucede algo amor?" preguntó el hombre, procurándose ser de utilidad. "No te preocupes, cariño, todo está bajo control, tu termínate el desayuno" respondió ella. Le dio un beso en la mejilla y salió, más apresurada que de costumbre. El hombre, entonces, recordó la situación con su prima, y el peligro inminente, pensó que debía hacer algo, pero hizo caso a la solicitud específica de no intervenir y se enfocó en su plato.

La prima de la novia del sujeto había adquirido un dinero de forma, digámoslo, "ilícita" y altos mandos de la mafia local estaban exprimiéndoselo una visita a la vez. Por eso, se había visto obligada a ayudarles en sus negocio y a prestar otros varios servicios. La novia, estaba trabajando con la policía, pretendía sacar a su prima de ese mundo y encerrar a los altos mandos en el proceso.

Es evidente, que en la fórmula no cabía un ingeniero como él, de oficina, y esto en parte lo relajaba un poco. Terminó de comer,  se paró y vio que repentinamente, los platos habían desaparecido, "debo estar loco", pensó, fue a la cocina y ahí estaban, colgados en la repisa, limpios. Se rió entre dientes, pero un temblor nervioso le ocupó el cuerpo, tomó las pastillas que había sobre el mesón y engulló dos de un manotazo. Subió al cuarto y empezó a cepillarse los dientes.

En eso, el teléfono sonó, salió con espuma en la boca y contestó:

-Sí, diga-

-¿Muy buen día, hablo con...?

-Sí, soy yo-

-Pues bien, lo llamo por que hoy se puede tomar el día libre. Las cosas van muy bien con el plan de inflamiento y usted puede quedarse en casa descansando. Que tenga buen día-

Efectivamente, la gran decaída económica del país había generado crisis en toda la industria, pero la macro-empresa Gladburry inc. tenía la solución perfecta. Un plan de inflamiento en el cual sacaron a la venta productos como el amor enlatado, ideas tan novedosas y atractivas que volvieron a la cima del mercado. Para permitirse un balance administrativo, decidieron rotar los turnos de sus empleados, ahorrándose cientos de protocolos y formularios.

Hoy, por ejemplo, parecía que el hombre podía descansar. Se dejó caer en la silla del escritorio y pensó en  aprovechar el día para escribir sus memorias. Sacó un lápiz y lo afiló, sacó una hoja en blanco, la puso en la mesa y se dispuso a redactar. No llevaba un párrafo cuando lo invadió la misma perturbadora sensación de la mañana, ese aire como de rechazo. Y entonces, se desató en su mente un pensamiento en clave que le llegaba cual iluminación divina. Quedó petrificado, maquinaba uno tras otro los argumentos que lo mantenían en negación, pero la epifanía era más fuerte y él no tardó en aceptar. Era no sólo cierto, sino evidente.

Y fue entonces que yo también entendí. El hombre, escrito con mi propio esfuerzo, no era en lo más mínimo un hombre necesario, no sólo no hacía falta, sino que ya él lo había admitido. Comprendió que no hacía de personaje secundario, mucho menos de protagonista, sino que la totalidad de su existencia era un esfuerzo en vano. Con esto claro, desistió de terminar lo que escribía, soltó el grafito y esperó mientras poco a poco se desvanecía. Todo su ser se perdió en el abismo de la inexistencia y no quedó ni una sombra, ni una huella, ni una marca. De él no quedó ni siquiera un vago recuerdo.

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