25 de septiembre de 2011

En nombre de la señora Norris


¿Quién no conoce a la señora Norris?

La señora Norris se ha encargado desde hace ya unos años de ayudar a cualquiera que llegue ante ella a lidiar con sus problemas, ya sea que se trate de una deuda inmensa ante un banco, o del caso más común, una decepción amorosa.

¿Pero qué hace tan buena a la señora Norris para ello?

La respuesta es muy sencilla, la señora Norris te da siempre la respuesta que quieres oír, no quiero decir que te complazca para que salgas feliz pensando que tenías la razón desde el momento que entraste, sino que logra sacar de ti mismo la verdad, te lleva de la mano por ese sendero de la reflexión hasta que alcances la iluminación.

Si, la señora Norris tiene un poder especial para ese tipo de cosas. Sin embargo, yo, que he ido ante ella un par de veces y me he sentado a solucionar el simple misterio del ¿cómo lo hace? he descubierto qué es lo "grandioso" de esta diosa, que más que una divinidad es una gitana perezosa y regordete.

Así es, la verdad es que esta señora no hace nada, literalmente, solo se acuesta y escucha, el paciente de turno se posa frente a ella y empieza a alegar sus problemas, ella parpadea, se rasca casualmente y puede permanecer en esa posición horas enteras, hasta que el muy crédulo ha desahogado todo y puede retirarse en éxtasis con la totalidad de sus inquietudes resueltas. La mirada en el rostro de ella al final de todo demuestra cómo, muy perversamente, se ríe de los problemas de otra persona, actuando indiferente pero disfrutando de los relatos ajenos, ese es su pasatiempo, coleccionar las malas experiencias e insatisfacciones de los demás.

Una vez, recuerdo que sucedió algo increíble, Una joven de unos 20 años se le acercó y empezó a hablarle, nunca había escuchado de ella, no tenía la más mínima idea de que estaba con la famosa señora Norris, a quien ya todo el vecindario tenía identificada, simplemente se la encontró acostada, estática, y al ver que no tenían compañía, empezó a hablarle, recuerdo expresiones como: "pero qué estoy haciendo, esto es una tontería", "si alguien supiera de esto..." Parecía que estaba insegura, estaba probando algo que nunca había hecho, con la esperanza de que fuera terapéutico.

Al poco tiempo cogió confianza, empezó a referirse a la señora como un igual, hacía chistes y se reía de ellos, obviamente no recibía respuesta, sólo una mirada inexpresiva que seguía el movimiento de sus manos. Pasó así horas, y horas, al parecer el tiempo suficiente para que la señora Norris perdiera la compostura, empezó a notársele en los movimientos, aunque era su naturaleza estar acostada, se retorcía como si algo le tallara, intentó levantarse e irse, pero fue retenida por la joven, quien lanzó las manos rápidamente en dirección suya y alcanzó a acostarla nuevamente.

Lo que decía la joven dejó de ser tan interesante como lo fue la evidente incomodidad de la señora Norris. Lo que vino a continuación no tiene comparación, me dejó completamente sorprendido, cuando por primera vez en sus 7 vidas y años viendo pacientes, hizo lo que hizo con aquella persona.

Ella, la joven, estaba en medio de su monólogo, iba diciendo: "¡Oh!, cómo soy de miserable..." cuando la señora Norris se levantó, abrió la boca lo suficiente para exhibir sus colmillos y gritó con su tono chillón: "Ya basta, eres infeliz, lo sé, todo el mundo lo sabe, ¡no me importa!"

La joven quedó igual a como quedé yo, como seguramente quedaron ustedes, anonadada, no dijo nada y no hizo un solo movimiento, la señora Norris partió sin más, dejando la escena rápidamente.

Una cosa es segura, esa joven no volvió a ser la misma, aunque lo oculte muy bien, el encuentro la dejó afectada, pues si hay algo que ella no esperaba, y tampoco ningún otro paciente esperaría, es que la señora Norris, quien no es más que un gato doméstico, fuera a responder a sus reproches. Desde ese día, se calla sus problemas en vez de desahogarse con animales.

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